Episode Notes
Bienvenidos a la segunda parte de nuestra fascinante entrevista con la actriz Margarita Sanz. Si disfrutaste la primera, esta segunda entrega está repleta de historias aún más intrigantes y profundas sobre su carrera y vida personal que no te puedes perder.
Aquí algunos de los momentos más destacados:
- **El Inicio de una Pasión**: Margarita nos cuenta cómo decidió dedicarse al teatro y su emocionante admisión en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
- **Tiempos de Cambio y Conflicto**: Revive las intensas asambleas y conflictos en la escuela de teatro, y su valiente traslado al Centro Universitario de Teatro (CUT) de la UNAM.
- **Una Aventura Europea**: Acompaña a Margarita en su viaje por Europa con “In Memoriam”, y cómo esta experiencia impactó su vida y carrera artística.
- **Desnudos Artísticos y Censura**: Escucha la historia de cómo “In Memoriam” enfrentó la censura en México y EE.UU., y cómo el elenco defendió su arte.
- **Un Premio Bien Merecido**: Margarita habla sobre su reciente reconocimiento en los Premios Metropolitanos de Teatro y reflexiona sobre su extensa carrera.
- **Obstáculos Personales y Profesionales**: Margarita se abre sobre los desafíos personales, incluyendo dos graves accidentes de coche y el impacto del terremoto de 1985 en su vida.
- **El Mundo de la Televisión y el Cine**: Descubre sus opiniones sobre la industria televisiva y cinematográfica y cómo han moldeado su enfoque artístico.
- **Recuerdos de Susanita**: No te pierdas la emotiva anécdota sobre su papel en “El Callejón de los Milagros” y los icónicos dientes de su personaje, Susanita.
Margarita Sanz no solo nos ofrece una visión profunda de su carrera, sino que también nos brinda valiosas lecciones de vida y arte. Es un episodio lleno de risas, nostalgia y reflexiones que te inspirarán y te harán valorar aún más el mundo del teatro y la actuación.
Te invito a que escuches este episodio y te sumerjas en la rica historia de una de las grandes actrices de nuestro tiempo. Y si quieres ver los dientes de Susanita y otros recuerdos, no olvides visitar nuestro canal de YouTube.
¡Gracias por acompañarnos, y disfruta del episodio!
Puedes encontrar a Margarita Sanz en Instagram como @margaritasanzactriz
Transcript
Margarita Sanz: El actor tiene que estar en todos lados. No hagan caso a los prejuicios y a sus maestros, eso no, que esto sí, que esto no. ¿Cómo que eso no? Imagínate, ¿por qué eso no? Necesito ver lo mal que se hace la televisión o cuáles son los defectos para poder hablar de la televisión. Si yo he estado ahí y yo les puedo decir, “Esto, eso, esto. Pasa esto. Por eso no sale bien”. Necesito ampliar mi diapasón de conocimiento.
[música de fondo]
Narrador: La Pizarra, explorando las mentes creativas del mundo del entretenimiento. Aquí está tu conductora, Nicky Mondellini.
Nicoletta Mondellini: Hola, ¿cómo estás? Bienvenido, bienvenida a un episodio más de La Pizarra. Mi nombre es Nicky Mondellini. Hoy tenemos la segunda parte de la entrevista con la maravillosa actriz Margarita Sanz. Espero que lo disfrutes.
Margarita: Yo desde ahí les dije a mis papás, “Es que yo no veo otra cosa en mi vida más que el teatro”. Mi mamá y yo nos vinimos aquí a México a buscar un lugar a donde vivir y nos pusimos en contacto con la Escuela Nacional de Bellas Artes de teatro. Había estas pláticas para ver si te aceptan en la escuela. Mi mamá y yo nos vinimos aquí a México, por una señora que nos ayudó a conseguir un lugar a donde quedarnos, una casa de asistencia.
Me dijo, “Tú aquí puedes vivir. Vamos a la escuela a ver si te admiten. Además, queda muy cerca esta casa de la escuela. Te vas en camión, te bajas aquí en el auditorio nacional y ahí está nada más la escuela”. Yo iba Muy nerviosa. No hombre, yo estaba dispuesta, yo les dije, “Yo les hago lo que quieran. ¿Quieren que me tire al suelo y grite? Ahorita”. Yo dije, “¿Quieren que baile? Todo, pero por favor acéptenme”.
Me aceptaron y empecé a estudiar Teatro en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Viví en esa casita de asistencia que mi mamá y yo encontramos. La recuerdo mucho esa casita. Recuerdo el primer restaurante a donde fuimos a cenar esa noche. Recuerdo en qué hotel nos quedamos antes de quedarnos en la casa de asistencia, que ese hotel ya no existe. Hay mucha nostalgia en esta ciudad para mí. Me acuerdo de esos días tan importantes.
Estuve en la Escuela Nacional de Bellas Artes dos años nada más porque hubo un pleito. Ya ves que aquí en México no faltan los pleitos entre la gente, entre colaboradores. Se pelearon unos maestros ahí. El maestro Mendoza, que daba clase ahí, mi maestra fue Soledad Ruiz y Germán Castillo, fueron mis primeros maestros, pero se pelearon con el señor Emilio Carballido. Se salieron de la escuela. Yo me quedé sin maestra porque se peleó con Emilio Carballido, que entró y puso una nueva forma de estudios.
Es decir, una tira de materias distinta, pero sin consultar a los maestros que ya estaban en la escuela. Se los saltó y eso estuvo muy mal. Se pelearon todos. No, hubieras visto las asambleas que tuvimos en el teatro Villaurrutia. Unas asambleas que yo las tengo metidas en mi cabeza. Yo era muy joven y viendo a estas gentes adultas, a quien yo admiraba, perder el control emotivamente y pelearse, de gritarse, dije yo, “This is real life. Esta es la vida”.
Mi maestra se salió. Luego nos enteramos que el maestro Mendoza iba a ser director del Centro Universitario de Teatro, que había pasado por otro director, pero ahora él iba a ser director. Eso es parte de la UNAM, ya no es de Bellas Artes. Estábamos nosotros, toda la generación nos salimos de Bellas Artes.
Nicoletta: ¿La generación completa se salió?
Margarita: Completa. Dejamos la escuela sin segundo grado. Yo nada más hice primer grado, iba en el segundo grado. Pasó este relajo y nos fuimos todos para el CUT. Al segundo año se quedó con dos gentes, yo no sé con quién se quedaron. El caso es que yo retomé mi carrera con el maestro Mendoza y ahí descubrí la vida realmente.
No es que la maestra Soledad Ruiz no me haya enseñado, me enseñó mucho la maestra Soledad Ruiz, me hizo saber que el mundo interior de uno es con lo que trabaja el actor, con el mundo interior de uno. El mundo interior tiene que mantenerse enriquecido para que tú puedas entender la vida y entender tus personajes. Eso ella me lo enseñó.
Ahí con el maestro Mendoza aprendí otras cosas maravillosas. Ahí es donde conocí a John, tu mamá. Fue otra vida para mí. Nos fuimos a Europa. Ese viaje a Europa a donde fuimos fue maravilloso, nos enseñó a todos tanto. Fuimos a un festival de teatro en Europa.
Nicoletta: El de Cádiz, ¿no? El festival de Cádiz.
Margarita: No, fue en Wrocław, Polonia. Fuimos a Polonia primero. Luego de ahí nos pasamos a Bélgica, a Bruselas. Después de ahí nos pasamos a Holanda, a Leiden, porque nos mandaron a llamar porque se enteraron que la obra era muy buena. Se llamaba In Memoriam. Nos la había escrito mi maestro a toda la generación. La coreografía en ese caso fue de Ruth Noriega, descansa en Paz. Ella nos hizo la coreografía. Gustaba mucho.
Era en honor de Manuel Acuña, que es un poeta romántico del siglo pasado, muy atormentado, muy melodramático. El maestro que tenía mucho sentido del humor, ¿qué crees que hizo? Claro, burlarse de Manuel y él le dio otra vuelta. Esa obra tenía desnudos, pero eran unos desnudos muy chistosos porque salíamos al escenario con unas sábanas tapadas y corríamos por todo el escenario, pero a la hora de correr hacia atrás las sábanas se levantan. Te puedes imaginar lo que se veía abajo de ahí.
Nicoletta: De todo.
Margarita: Luego había un poema dedicado a las prostitutas que escribió Manuel Acuña y todos abajo de la sábana diciendo el poema. Era gracioso el desnudo. No era cochino, no era horrendo, no era vulgar, era artístico, era hasta ingenuo. Amalia Hernández, que era la dueña, una persona muy conocida aquí en México que ya falleció, tenía su teatro. El ballet folklórico de Amalia Hernández es conocido mundialmente.
La señora nos prestó su teatro para estrenar In Memoriam aquí en México. Resulta que estrenamos, pero ella se enteró de los desnudos porque los vio y no le gustó. Le dijo al maestro Mendoza, “Pues no, fíjate que yo no sabía que tu obra tenía desnudos, así es que ya no te presto el teatro”. Llegamos al otro día a dar la función y ya no había teatro. Dije, “Híjole”.
Después lo que hicimos fue esperar a que se liberara de la programación un teatro maravilloso que ya no existe, que es de la UNAM, que se llamaba Arcos Caracol. Estaba en la avenida Chapultepec enfrente de los arcos que había ahí, que hay todavía. Ahí reanudamos la temporada de In Memoriam, más bien seguimos con la temporada de In Memoriam. Nos fue muy bien y nos invitaron a Wroclaw, a Polonia. Nos fue muy bien.
Se enteraron en Bruselas, donde había otro festival. Ahí vamos a Bruselas. Nos fue muy bien. Nos fuimos a Holanda. Nos fue muy bien. Nos regresamos a Bruselas. Luego de Holanda nos mandaron a decir que si podíamos regresar a Rotterdam a dar otras funciones y ahí vamos de regreso. Nadie dijo nada de los desnudos ni nada.
Ahí te va esta y con esto cierro, porque es que esa obra me formó y formó a todos mis hermosos compañeros. Una obra que nos dio mucha información de la vida y de todo. Nos mandan a invitar a un lugar que se llama San Marcos en Texas, en Estados Unidos.
Nicoletta: Sí, lo conozco. Ahí es donde estudia mi hija. Mi hija estudia en San Marcos.
Margarita: Really?
Nicoletta: Sí.
Margarita: I’ll tell you what happened there.
Nicoletta: A ver.
Margarita: Ahí vamos a San Marcos, a la universidad con In Memoriam.
Nicoletta: ¿En la de Texas State?
Margarita: I don’t know what university it was.
Nicoletta: La única que hay en San Marcos es Texas State.
Margarita: It was a big thing, a beautiful thing. They have a beautiful theater.
Nicoletta: Sí.
Margarita: Ahí fuimos, empezamos con la obra y chin que ven los desnudos. ¿Qué crees? El rector de esa universidad, estamos hablando de 1975, ¿okay? No es ahorita, es muy atrás, le dice a mi maestro Mendoza, “Pues fíjese que muchos padres de familia se quejaron por los desnudos, señor Mendoza. Entonces, yo le voy a aconsejar, le pido, por favor, que a las mujeres les ponga brasier y calzones y sobre todo a los muchachos les ponga unos trousers, unos calzones”.
Claro, el maestro Mendoza se empezó a reír. Dijo, “La obra es así. Es así la obra y yo no voy a cambiar nada”. “Pues entonces no va a poder dar las siguientes funciones”. “Pues nos vamos a México”. Nos mandó a llamar, nos dijo a todos, “Team back, team back. Empaquen sus cosas, hijos”, porque nos llamaba de hijos a todos, “Nos regresamos a México”. “Pero ¿por qué, maestro?”. “Pues porque ya. Imagínense, no quieren aceptar los desnudos otra vez”. Todos, “Chinga, no dimos las otras dos funciones que teníamos, a empacar las cosas”.
Pasaron, no sé, creo que en la noche o algo así, resulta que los estudiantes se enteraron de que nosotros nos íbamos a ir porque los papás de ellos habían dicho que no les gustaban los desnudos. Hicieron un irigote horrible. Fueron a la oficina del rector y le dijeron, “Oye, no, ¿cómo vas a decidir tú lo que nosotros podemos ver? Nosotros ya somos gente adulta. ¿Cómo que los papás?”. Se hizo un irigote.
El caso es que el rector mandó a llamar a mi maestro y le dijo, “Pues siempre sí pueden dar las funciones si quieren”. Nos dijo, “Hijos, desempaquen porque vamos a dar las funciones”.
[risas]
Nicoletta: Ya me lo imagino. Lo puedo escuchar ahorita así como se expresa.
Margarita: Tú conociste al maestro Mendoza.
Nicoletta: Sí, fue mi suegro.
Margarita: Claro. Sensacional hombre. Ahí vamos otra vez y dimos las funciones. Un exitazo. Esa obra me enseñó cómo se debe dirigir una obra, cómo se debe cuidar una obra, cómo es fácil que los mismos actores arruinen la obra y hay que tener mucho cuidado que no hagan eso y volver a limpiar las escenas para que consigan el ritmo necesario. Aprendí lo que es ritmo escénico. Luego aprendí también que a un director de teatro no se le dicta línea. Si tu obra es así, es así.
“¿Cómo que tapa? ¿Cómo que ponle calzones a las actrices?”. “No, mi obra es así y así va”. Además, conocer toda la comunidad en Leiden, que es una población universitaria en Holanda. Rotterdam también, gente maravillosa ahí. Ahí nos quedamos en las casas de la gente.
Nicoletta: Qué bonito.
Margarita: En Bélgica en un hotel. Muy linda la gente ahí. Todo en francés, pero es un francés diferente al francés de Francia.
Nicoletta: Sí, totalmente.
Margarita: Aprendimos mucho de la vida. Yo agradezco tanto al maestro Mendoza porque me enseñó tanto. Después trabajé con él en otras obras y todas las obras fueron para mí una lección de vida y luego una lección artística. Primero de vida y luego–
Nicoletta: Siempre era eso trabajar con el maestro Mendoza. Las obras que yo pude hacer con él, tanto lo que fue nuestra obra de graduación, que fue Los Enamorados, y siempre hacía sus adaptaciones. Siempre. Luego La Desconfianza, Las Gallinas Matemáticas.
Tú, además obviamente sí dices, “Fue una gran lección de vida”. Por ejemplo, me llama la atención cómo habiendo sido tu inicio muy musical y que hacías estas obras tipo musicales, tipo Broadway y todo eso, no fue el camino que finalmente escogiste. Te fuiste por el lado de la actuación dramática. Claro, algunas cosas de comedia, etcétera, pero no dentro del ambiente de las obras de teatro musical.
¿Nunca te llamó por ahí la atención de repente, no sé, una escapadita y participar en alguna obra de ese tipo o ir a probar suerte a Broadway, algo así, ya que tenías tanto entrenamiento musical y cantas precioso también?
Margarita: Sí, desde luego, Nicki. Desde luego porque nací en eso, pero empecé a entender que la actuación no es nada más subirte a un escenario y decir palabras, implica otra cosa. Empecé a conocer otro mundo a través del estudio de los personajes, que eso lo aprendí con el maestro, pero además el maestro era muy musical. In Memoriam tenía cinco números musicales. Yo cantaba una canción sola de soprano. Todo esto musical estaba dentro de In Memoriam.
Después, otra obra que hice con él, había toda una coreografía y otra canción que cantaba yo, porque hizo espectáculos que incluían la música. No estaba tan lejos de mí. No era un show como los que montaba Manolo Fábregas, un gran hacedor de teatro musical en México, ni OCESA de ahorita. OCESA es una compañía que hace mucha comedia musical. No, no era eso.
Luego hice La ópera de los tres centavos, es musical. La música no se me fue de las manos así toda, completa, no, pero aprendí otras cosas que me empezaron a interesar mucho, que es la construcción de los personajes.
Empecé a darme cuenta que en las obras que yo vi en Broadway, vi muchas allá y también en Europa, que el maestro nos consiguió boletos para que viéramos teatro allá, no tanto en Inglaterra ni en Europa, pero sí en Estados Unidos desgraciadamente, esta sensación de que no estudian sus personajes, sus personajes se limitan a decir parlamentos y no los sienten, que me parecen muy falsas las actuaciones.
La música es fabulosa y las voces son increíbles, pero es como, “Te vi ayer. Me voy a casar con tu hijo. Sí lo sabes, ¿verdad?”. “¿Quién te dio permiso de ver a mi hijo?”. “No”. Como totalmente fuera de la realidad, de un tono más creíble. Era como una cosa estereotipada, que yo no estoy de acuerdo con eso. Cuando yo he visto eso, digo yo, “¿Por qué son así? Dicen los parlamentos, pero no los están sintiendo”.
Obviamente, yo nací y me eduqué en una escuela vivencial. Si esas obras de teatro, Nicki, tuvieran una educación, una orientación vivencial de esos actores, sería– El público, yo creo que se–
Nicoletta: Sí, trasladaría.
Margarita: Truena el teatro de la emoción.
Nicoletta: Sí.
Margarita: Porque para mí les hace falta eso. No a todas, ya está mejorando la situación porque ya hay gente más joven que percibe esta sensación de que dices los parlamentos y luego cantas muy bien. Sí, pero tienes que también sentir. Eso me separó un poco de buscar trabajo por allá. También porque estaba muy ocupada en las otras puestas en escena donde me invitaban y tratar de entender el mundo tan agresivo creativamente que es el mundo de la televisión.
Tú hiciste televisión y sabes lo agresivo que es, que no te dejan concentrarte, que todo es como te salga y dices tú, “Madre santa, madre santa, ayúdame, Dios mío”. Es muy difícil. Luego empecé a conocer el mundo del cine, que me dio mucho miedo porque es una cosa de que ahí va a quedar eso para siempre. Te da como pavor. Si tenemos tiempo y puedo correr a mi cuarto, si la gente vio a Susanita en la calle–
Nicoletta: En El callejón de los milagros.
Margarita: Sí. Tengo mis dientes.
Nicoletta: ¿Los conservas?
Margarita: Sí.
Nicoletta: Qué maravilla.
Margarita: Me gustaría enseñárselos.
Nicoletta: Sí, te espero, claro.
Margarita: Quisiera enseñarte al tapatrío.
Nicoletta: Sí. A ver. Mira. Ay, qué belleza.
Margarita: ¿Sí las puedes ver bien?
Nicoletta: Sí, se ven muy bien. ¿Cuál era tu mamá? ¿Cuál de las tres?
Margarita: Mi mamá es la que está sentada al frente.
Nicoletta: Sí. Ay, qué linda. Guapísima.
Margarita: Estos son los famosos dientes de Susanita, porque ella usó dientes– Mi prótesis era dientes feos, pero luego ella se quiere casar y va y se arregla los dientes. Tenía dos prótesis. Una prótesis de dientes chuecos y una prótesis de dientes. ¿Los puedes ver bien?
Nicoletta: Sí, se ven bien. Sí, claro.
Margarita: Mira.
Nicoletta: Sí. Ay, qué barbaridad. ¿Cómo era para ti? ¿No te incomodaba usarlos?
Margarita: No. Como mi boca ha cambiado ya no me quedan muy bien.
Nicoletta: No, sí se ve bien. Para la gente que nos está escuchando en las plataformas digitales, les recomiendo que vean esta entrevista también en YouTube para que puedan ver los dientes de Susanita.
Margarita: Si quieren ver El callejón de los milagros. Se los va a arreglar, pero a la hora de arreglarlos le dijimos al técnico dental, “Es que tienen que verse falsísimos, no bonitos”. Las encías, de esas encías rosas.
Nicoletta: Grandotas.
Margarita: Sí.
Nicoletta: Sí. Ya según ella toda bella, toda arreglada.
Margarita: Sí, toda arreglada, sí.
Nicoletta: Era un cambio de por sí.
Margarita: Era un gran personaje Susanita.
Nicoletta: Sí, cómo no. Te dieron el Ariel por ella.
Margarita: Sí, mejor actuación. No te lo dije porque creo que nos habíamos puesto de acuerdo antes para este podcast, pero en Los Premios Metropolitanos de Teatro me dieron un premio por mi carrera también, un reconocimiento.
Nicoletta: Sí. ¿Es el que mencioné en tu presentación o es un premio diferente?
Margarita: Es ese, pero dado por otra– Fueron dos. Ese es uno y el otro que me lo dieron también recientemente, que para mí fue una experiencia vital muy hermosa. Ya no son 40 años, Nicky, son como 60.
Nicoletta: Sí, porque empezaste muy pequeñita.
Margarita: Muy pequeña, pero aquí en 1972 fue mi primera obra. Haz la cuenta. Esos Premios Metropolitanos ahora, antes en mi tiempo había muchas asociaciones de premiaciones, ahora hay esa. Se llama Premios Metropolitanos de Teatro. Son los únicos, los más fuertes. Luego está también la Asociación de Críticos Periodistas que me dieron el premio que tu mencionaste por La Golondrina.
Los Premios Metropolitanos, esos sí fueron por toda esta trayectoria tan tremenda que he tenido en mi vida y me dio mucho placer recibir– Nunca he sido mucho de hacer mi trabajo porque me den un premio, pero este– Me gustó mucho que me dieran eso porque recordé mucho todo lo que he vivido como actriz.
Agradecí mucho a los Premios Metropolitanos que me hayan dado esa noche porque fue un evento donde dan premios a todo el mundo, los que han seleccionado de mejor obra, mejor coreografía, ya sabes, todas las diferentes especialidades. Siempre hay un premio especial de trayectoria y ese me tocó a mí.
Me dio mucha alegría porque son muchas personas las que deciden ahí en los Premios Metropolitanos quién se va a llevar el premio de la trayectoria, no son tres o cuatro, son como 25, y que me hayan elegido sí me da mucha felicidad. Es un gran premio que recibí yo el año pasado.
Nicoletta: Muy merecido definitivamente. Muy merecido, Maggie. Quisiera que me dijeras, nosotros tenemos en esta carrera muchos obstáculos, pero para ti, ¿cuál ha sido uno de los más importantes que te haya costado trabajo, pero que lo has tenido que superar y por eso fue un crecimiento para ti? ¿Qué fue eso? Estábamos comentando que tuviste un par de accidentes de coche, que estuviste muy cerquita de la muerte y que gracias a las placas de titanio y a las hábiles manos del cirujano estás acá con nosotros.
Ese fue un momento difícil en tu vida, pero ¿consideras que ese fue uno de los obstáculos más grandes en tu vida?
Margarita: Sí, fue un obstáculo temporal porque terminó. Fue un accidente de automóvil que casi me quitó la vida y me costó casi un año volver a la escuela. Hasta la fecha tengo residuos neurológicos de ese terrible accidente, donde una de mis vértebras se movió de lugar y casi seccionó la médula. Fue terrible. Esa temporada de mi vida la estaba recordando ayer, qué curioso. No me gusta recordarlo porque me trae recuerdos muy tristes porque estuve conviviendo con personas que no tuvieron la misma suerte que yo.
En los lugares a donde yo iba a hacer mis ejercicios, personas donde sí la médula fue seccionada y ya no van a recobrar nunca sus movimientos. Verme a mí en ellos me daba un pavor enorme. Tuve que volver a caminar. Yo renací realmente después de eso. Eso fue en 1974. Luego el otro accidente fue en el 2006. Fue muchos años después, pero ese no fue mortal, pero sí era necesario operarme, me volvieron a intervenir en el cuello y quedé bien. Ya puedo decir que no a todas las obras que no quiero hacer y sí a las que sí quiero hacer.
[risas]
Esos son obstáculos fuera de mi carrera artística. El otro fue el temblor de 1985. Yo viví también el del 2017, obviamente, pero en el 85 murieron muchas personas. Yo viví en un lugar donde todo se cayó, excepto mi edificio. Yo digo, “Dios mío, alguien me cuida y quieren que yo esté aquí”.
Eso para mí era como estar en una guerra donde llevas comida, medicina, ropa a las personas que no tienen nada, luego se las dejas y luego vas por más. Vas a otros refugios por una lista de medicinas que necesitan. Es lo que yo hacía, iba y venía del Estadio Azteca a donde llegaron todas las medicinas de todos lados del mundo que estaban apoyando a México. Ahí andaban los perros. ¿Tú supiste que de esos perros que estaban aquí buscando gente se volaron dos, desaparecieron los perros?
Nicoletta: Sí, fue una cosa–
Margarita: Qué vergüenza. Me di ahí cuenta de tanto que había vivido adentro de mí misma. Cuando tú ayudas a la gente cambia todo en tu vida. Ver que tú podrías ayudar a que una persona se pudiera mejorar y ver el dolor de la gente que perdió a toda su familia, que nomás quedó una muchacha, por ejemplo, toda su familia se murió en un edificio que se cayó, los aplastó a todos y a ella no. Muchas circunstancias así. Hay muchas historias que yo tengo de ese temblor, muchas que no quiero ahorita, ¿para qué?
Ese temblor del 85 realmente me marcó. Me dijo que la vida es muy corta y que hay que sacarle el jugo a todo lo que tú quieres hacer. Suena muy trivial lo que digo, como muy dicho, muy manido, pero es la verdad. También viví el del 2017, que fue terrible, pero yo ya me había cambiado de casa.
Vivo en un lugar donde sí se sienten los temblores feos, pero no hay tragedia tan fuerte como en la Colonia Roma, en la Colonia Morelos e incluso en La Condesa. El subsuelo de esas colonias está muy mal y cuando hay estos temblores en la Ciudad de México, que son para recordarlos toda la vida, se caen edificios llenos de gente siempre. Yo viví ahí muchos años en la Colonia Roma.
Ahora vivo en un lugar que el subsuelo es con mucha piedra, no pasan grandes tragedias acá donde vivo yo ahora. También ahora las limitaciones dentro del trabajo artístico, directores, por ejemplo, que no permiten la creatividad de los actores son para mí un obstáculo terrible porque los actores no somos soldados de, “Sí, señor”. No. Tenemos que ofrecer nuestra vida.
Directores, por ejemplo, que no saben de tonos ni de estilos ni de géneros y andan haciendo una obra de Chejov en farsa. Dices tú, “¿Qué es esto?”. Directores que les dicen directores de tráfico, “Tú vente para acá y tú vete para allá”. No hay un trabajo de comunicación entre los personajes, entre los actores. Eso se vio mucho en la televisión, me desanimé mucho ahí.
Di mi mejor trabajo, no creo que yo tenga un trabajo en televisión, siendo un medio tan difícil, que sea mediocre. Vaya que quieren que lo hagas mal. El público de México no merece eso, merece una televisión mucho mejor de la que tiene. Ha mejorado, sí ha mejorado, pero falta más. Eso me hiere mucho, que el director no sepa cómo dirigir, más que nada más moviendo los actores.
También el manejo del melodrama. El melodrama aquí en México es tremendo. Empiezan a hablar y en una escena ya están llorando, ya están moqueando, ya están chille y chille. Ya ni se les entiende lo que dicen. Yo digo, yo no canté mal las rancheras, yo tal vez hice eso, pero empecé a estudiar los tonos y todo. El melodrama no tiene por qué ser así. Es uno de los géneros más difíciles, ¿por qué? Porque sí es exacerbado, sí lo es, pero hay que estar justo en la línea de que no te vayas al abismo ni tampoco te quedes muy atrás.
Aquí en México el melodrama, sobre todo obviamente en la televisión, se exacerba demasiado y siempre he tenido un problema en eso porque incluso los productores están pidiendo, “Aquí llora, llora”. Dices tú, “¿Por qué tienen que llorar? ¿Por qué?”.
Tengo mucho problema con el melodrama yo. Yo tato de alejarme de eso. Es esto, de una falta de libertad creadora con algunos directores. También falta de disciplina con algunos actores. Es que, como tú bien sabes, mi generación y yo fuimos educados de una manera muy seria, con mucha precisión.
Con lo que yo me encontré fuera de la escuela fue totalmente con lo contrario, no de todo mundo porque actores que yo quiero, admiro y que no estudiaron en el CUT, pero era difícil eso, adaptarme a estas cosas. En La ópera de los tres centavos se enojaron ahí un actor con otro. Uno le dice al otro, “Pues le voy a dar siete días porque yo ya me voy. Si no me das mi primer crédito, yo me voy”. Después de haber ensayado casi dos meses. Yo digo, “En mi escuela eso jamás”.
Ni siquiera sabía yo que existía eso de que das los siete días, pero ni en cuenta. Decía, “¿Cómo es posible que hagan eso? Y son actores profesionales”. Por fin la productora ahí que era muy, muy inteligente, los calmó y ya, pero estaban dispuestos. ¿Qué íbamos a hacer nosotros en siete días para preparar un actor?
Eso es algo que el ambiente como que lo ve normal. También ve normal no estudiar mucho, “¿Para qué? Hay que ser espontáneo”. El estudiar mucho, el saber tu personaje no te quita espontaneidad, sino que te vuelve menos pendejo. Perdón.
Nicoletta: No, sí, tienes razón.
Margarita: ¿Cómo? Yo lo que noto tanto también en algunas puestas en escena, sobre todo los jóvenes, que no rascan el texto, no le meten más coco a estudiar lo que están haciendo y se vuelve algo como muy superficial. No en todos, pero sí siento esa superficialidad que nosotros nunca teníamos. Al contrario, era una preocupación no llegar bien al estreno. Aquí hasta estás en una obra el lunes, luego otra el jueves y sábados y domingos estás en otra.
Tenía un alumno que me dijo, “Ay, maestra, ¿ya fue a ver las obras en las que estoy?”. “¿En cuál estás?”. “Estoy en esta de los jueves. pero el sábado y el domingo también estoy en esta otra. Ay, vaya maestra, no sea mala”. Yo dije, “Sí, sí voy”. Fui a verlo. Para esto me había encontrado a otro que estaba con él en una de las obras y nada más por probar dije, “Ah, sí. Oye, y ¿de qué trata la obra?”. “Ay, no es una tragedia, maestra. Horrible. No hombre, es una mujer que se da cuenta que su mamá es una prostituta, se llevan muy mal y se suicida la muchacha. Es muy tremenda”. “Ah, y ¿cómo sientes?”. “Bien, está muy bien”.
Al otro muchacho que me dijo, me lo volví a encontrar y me dice, “Maestra, le voy a dejar sus boletos para que vaya a ver la obra”. Nada más para calarlo, “Oye, cuéntame de qué trata la obra. Ándale, cuéntame”. “No, no quiero arruinarle”. “No, no, dale, cuéntame”. “Es chistosísima, maestra. Es chistosísima, no sabe. Es una mujer bien loca, que es como prostituta y bien chistosa. Nomás que la hija es media deprimida”.
Me contó una historia diferente a la otra, que ni siquiera saben la anécdota, no tienen ni siquiera la misma anécdota. Fui a verlas y dije, “Bueno, espero no encontrármelos para no decirles mi opinión”.
Qué bueno que no me los encontré porque, ¿sabes lo que yo vi ahí? Lo único que cambió, porque fui a ver una obra de uno de esos de la prostituta y luego lo vi en la otra, en otra obra que él me había invitado, lo único que cambió de una obra a otra es el nombre de la obra, el nombre del teatro, el vestuario y el nombre del director, pero no había nada diferente en lo que él estaba haciendo en una obra a lo estaba haciendo en la otra interiormente. No había una búsqueda, no había nada.
Creo que nosotros recibimos una educación maravillosa, pero a veces se conflictúa con lo que esperan los actores en este momento y cómo se está haciendo el teatro. En este momento estoy trabajando con un director que ni siquiera hace trabajo de mesa. Lo cual me preocupa mucho, pero como ya dije al principio de este podcast, él es un hombre sensible, ama el teatro y es un hombre muy inteligente, pero si eso está en manos de otro director no me quiero ni imaginar qué sería La gaviota.
Esos son los obstáculos artísticos que tengo, que me preocupan porque luego no me puedo acomodar.
Nicoletta: Para ti el criterio principal para aceptar o rechazar un proyecto, ¿cuál sería?
Margarita: Que la obra me llegue al corazón, que nos diga algo importante y enriquecedor acerca del conocimiento de la naturaleza humana. Si tiene eso, maravilloso. Si tiene un personaje que me va a exigir, que es difícil y que me atrae o donde yo puedo encontrar cosas de mí misma ahí, como dije al principio de este podcast, claro que lo acepto.
Depende mucho también quién va a dirigir porque también pregunto eso, “¿Quién va a dirigir esta cosa tan maravillosa?”. A veces hasta, si no tengo mucha confianza en ese director, la obra misma es tan maravillosa, que me está dando tanto, que claro que lo voy a hacer. No quiero ser ese tipo de actriz que andar juzgando, “No, con este director sí. Con este director no. Con este sí. Con este no”. Yo no quiero ser así.
Nada más necesito estar consciente de la dificultad este que tiene el material dramático que voy a emprender y ver si lo puedo hacer. Como esta vez de La gaviota, dije, “Ay, no, pues sí, ¿de qué tienes miedo? Ya vámonos y trata de aprender de lo que puedas hacer”. Como te dije, no tomo un proyecto donde sí me doy cuenta desde un inicio que es simplemente una ocurrencia y que vamos a hacer algo nuevo sin saber qué demonios vaya a ser. Eso sí no es para mí.
Nicoletta: Muchísimas gracias por compartir todo esto. Yo creo que son cosas que los actores en general y más los jóvenes actores ahorita tienen que tomar en cuenta para marcar una diferencia en el trabajo que están haciendo ellos sobre el escenario y frente a cámaras. Muy bien has dicho, en televisión es un medio difícil porque no hay tiempo de ensayo, se dirige tráfico principalmente.
Si tú no tienes un buen conocimiento de ese personaje difícilmente vas a hacer un trabajo que sea algo memorable, donde te estás comunicando con la otra persona. Ahora gracias a Dios ya no se usa el apuntador, pero cuando nos exigían usarlo–
Margarita: ¿Te acuerdas? No, no.
Nicoletta: Yo veía los ojos en blanco, así como de la gente que ni siquiera leía el libreto porque llegaban confiadísimos de que se plantaban el apuntador y adelante. Yo no podía llegar sin haber estudiado mis escenas porque, “¿Qué voy a hacer?”.
Yo te iba a preguntar también, ¿cuándo fue que tú decidiste? Mira, te voy a decir, porque mi criterio era, yo viéndote a ti y a toda tu generación haciendo un teatro tan maravilloso y yo empezando a estudiar teatro y todo, yo decía, “Bueno, yo nunca voy a aceptar cosas en televisión. ¿Qué es eso? No sé qué”.
De repente empiezo a ver que tanto tú como Julieta, como Delia, empezaban a hacer cosas en televisión y yo así estaba en la disyuntiva de, “Bueno, ¿sí podemos? ¿Se nos permite que todavía nos juzguen actrices?”. Porque era también esto mucho en la escuela de teatro, “¿Qué eres? ¿Eres actriz o estrella?”. Era el desdén entre marcar la diferencia entre una cosa y la otra, entonces, “No, no, yo no soy estrella, nunca voy a ser estrella, yo soy actriz. Yo sí soy actriz”, pero, “¿Qué hago?”.
Resulta que uno tiene que pagar las cuentas, tienes que aceptar lo que te dan y también hay que formar más nombre en la televisión. Por eso dije, “Okay, yo creo que tengo que hacer nombre en la televisión para que, a la hora de que yo haga teatro, la gente sepa quién soy y quiera ir a pagar un boleto”.
Margarita: Sí, eso es algo para lo que sirve la televisión, entre otras cosas, pero sí hay una crítica que quiero hacer a este tipo de educación que recibimos, que era muy prejuicioso, de que, “Si haces televisión ya eres mala actriz. No te juntes con ellos porque son malos actores todos, que son un lugar común”.
Estuvo muy mal eso. Eso a mí no me gustó nada porque incluso ahora hay muchas actrices que yo conozco que se vanaglorian. Dicen, “Yo nunca he hecho televisión”. Como diciendo, “Yo nunca me he metido en el lobo como tú”. Esto es para todos. El actor tiene que estar en todos lados, no hagan caso a los prejuicios de sus maestros. “Eso no, que esto así, que esto–” “¿Cómo que eso no?”. Imagínate, ¿por qué eso no? Necesito ver lo mal que se hace en la televisión o cuáles son los defectos para poder hablar de la televisión.
“Si yo he estado ahí y yo les puedo decir, “Esto, esto, esto y pasa esto y por eso no sale bien”. Necesito ampliar mi diapasón de conocimiento. “Ahora voy a hacer cine”. ¿Cómo es el cine? Muy distinto de la televisión. Imagínate cerrarte nada más a dos directores y ya. Hay gente que así es. Dice, “A mí no me interesa la televisión, Margarita. Qué bueno que tú haces, pero yo, ¿por qué?”. Yo digo, me parece muy bien y tienen la libertad de pensar así, pero no critiques a los actores que hacemos televisión a veces porque lo hacemos bien. Hacemos lo que podemos. No es nuestra culpa que tengan una mentalidad diferente a la hora de armar las cosas y producirlas. Nuestro trabajo ahí tiene que ser bueno. ¿Por qué tiene que ser malo?
¿Por qué me voy a ahorrar yo una experiencia de trabajar en la televisión y de saber cómo es la televisión? Dentro de las horribles cosas que pasan ahí, yo necesito aprender. Luego me falta cabaret y me falta circo a mí ahorita. Necesito hacer eso. Son cosas que te enriquecen como artista. ¿Cómo te privas?
“Yo nomás voy a trabajar con tal director. Yo no, yo soy de un grupo de actores que nada más hacemos esto”. “Qué bueno que eres de la élite”. “Tú también eres de la elite, Margarita, no te hagas”. “No, es que yo escojo mis trabajos, pero yo no tengo prejuicios”. Por eso hice televisión. Por eso la gente me conoce. Además, me felicita porque hice un buen trabajo no porque hice un mal trabajo. Apliqué como pude lo que aprendí del maestro Mendoza.
Así es que es muy importante no tener prejuicio ante los medios, sino meterse y que no te cuenten, Nicky, que tú tengas tu experiencia y tú dices, “Yo sé porque yo estuve ahí. A mí no me cuentan”. Exacto.
Nicoletta: Te falta también empezar un podcast, Margarita.
[risas]
Margarita: No sé nada de eso. Me da tanto gusto saber que tú tienes tu podcast. Me encanta el nombre, La Pizarra.
Nicoletta: La usamos en todo, menos en teatro. En teatro no usamos La Pizarra. En cine, en tele, hasta en locución siempre se usa una pizarrita ahí también.
Margarita: Es maravilloso que tú estés haciendo esto.
Nicoletta: Muchas gracias.
Margarita: Habernos reencontrado. Esa noche que te vi en el teatro con John yo quería llorar de veras.
Nicoletta: Te iremos a ver otra vez, vas a ver. Te veremos pronto.
Margarita: Ya que John se sienta un poco mejor de su columna porque a ver si se aguanta tres horas estar ahí sentado.
Nicoletta: Llevaremos un cojincito extra. Como dices, “Hay que llevarse un buen cojín”. Yo creo que con eso ya aguantamos muy bien. Maggie, muchísimas gracias. No sabes en serio el gusto que me dio que hayas podido estar aquí. Mi podcast se ha engalanado realmente con tu presencia y con tu sabiduría. Esa forma tan linda, tan amena que tienes de contarnos, de explicar muy bien acerca de todo tu trabajo y de todos los consejos que se pueden tomar aquí para aplicarlos a la carrera de cada quien.
Así es que muchísimas gracias, Maggie, en serio. Ha sido una joya el platicar contigo el día de hoy.
Margarita: Gracias por invitarme, Nicky. Me siento muy contenta de haber estado aquí en tu podcast.
[música de fondo]
Narrador: Gracias por acompañarnos en La Pizarra. No olvides suscribirte al boletín mensual en nickymondellini.com/lapizarra. Sintonízate la próxima semana para un nuevo episodio.